Colaboración con la Fundación Cris contra el Cáncer -

Esta mañana hemos firmado el acuerdo de colaboración que adquirimos en noviembre entre la Fundación Colegio Base y la Fundación Cris contra el cáncer, en el que nos comprometemos ambas Fundaciones, por un lado, a desarrollar actividades formativas e informativas a los alumnos de Colegio Base para concienciarles sobre la importancia que tiene la investigación y, por otro lado, a dinamizar iniciativas entre la comunidad educativa para recaudar fondos que sirvan para la investigación del cáncer.

Han venido Marta Cardona, directora de la Fundación CRIS para vencer el cáncer, Patricia Senarega, responsable de eventos y acciones sociales, y Eduardo Schell, responsable de comunicación de la Fundación, y les hemos hecho entrega de un cheque por valor de 1.810,40 € correspondiente a la venta de mascarillas solidarias y cuelga mascarillas que se suman a financiar proyectos de investigación.

Desde la Fundación, os damos las gracias a todos los que habéis apoyado esta actividad y os animamos a seguir colaborando en próximas actividades ya que juntos conseguiremos hacer del cáncer una enfermedad crónica.

Nos gustaría destacar, con motivo del tema que hoy nos acompaña, la iniciativa por parte de dos alumnas del colegio, Vega Gallego Hernández e Irene Bratos Alonso, al haber donado su pelo para la elaboración de pelucas para niños enfermos de cáncer.

Les pedimos que nos relatasen cómo surgió esta iniciativa y cuál fue el proceso que llevaron a cabo para poder contároslo a vosotros de primera mano, pero creo que nada mejor que sus palabras escritas en los siguientes textos:

VEGA GALLEGO HERNÁNDEZ (11 años)

Los sueños de los demás.

Como a cualquier niña, a Vega Gallego le gustaría cumplir muchos de sus sueños. A sus 11 años tiene infinidad de proyectos para el futuro y, de hecho, una de sus grandes aficiones es soñar despierta. Pero un  día viendo unos vídeos de youtube sintió que ante sí tenía la oportunidad de ayudar también a cumplir los sueños de los demás. Si algo hace sufrir a Vega es el sufrimiento ajeno  y en sus pensamientos siempre hay un hueco para la generosidad.

El vídeo que le impactó y le animó a dar el paso era de una niña que contaba que iba a donar su pelo para que otras personas que luchan contra el cáncer pudieran utilizarlo. En aquella época en el entorno de Vega, había algún caso cercano y ella sabía que la caída del cabello no es una simple cuestión estética.

La pérdida del pelo en los enfermos de cáncer es un cruel recordatorio diario de lo dura que es esta enfermedad. El espejo es un reflejo diario del enemigo por muchas ganas que haya de vencerlo. Por esas fechas la mamá de una de sus amigas comenzó a lucir una peluca hecha de pelo natural y eso le hacía estar muy guapa y olvidar en cierta manera las secuelas de los tratamientos.

Por aquellas fechas  estaba a punto de tomar la comunión. Y ese fue el plazo que se dio para dar el paso. Esperó a que pasara esa fecha tan señalada para dejarse crecer el pelo. Fueron meses y meses viendo crecer en su cabeza la ilusión de los otros.  Le gustaba que le dijeran que tenía un pelo precioso porque aunque le diera pena tener que cortárselo, ella sabía que esa cabellera tenía un destino mucho mejor.

Al final, después de 14 meses, llegó el día. Vega iba nerviosa a la peluquería. Le daba un poco de pena cortase aquella melena, pero nada era comparable con la felicidad de quien la recibiera. Así que se cortó el pelo, lo guardó como le habían indicado que lo tenía que hacer para conservarlo y lo metió en un sobre con una dirección. Ella misma lo echó en el buzón. Aquel fue el mejor momento.

A partir de ese instante se ponía en marcha la maquinaria para hacer feliz a alguien. Otro niño o niña que lo necesitara más que ella tendría la oportunidad de lucir su pelo. Y ese era el momento que Vega esperaba desde hacía muchos meses. ¡Por fin era capaz de hacer realidad los sueños de los demás!

 

IRENE BRATOS ALONSO (13 años)

Primera donación.

La primera vez que donó el pelo, lo tenía muy largo. Se lo había estado dejando crecer durante tiempo y le llegaba a la altura de la cadera. Cuando llegó el momento de cortárselo, hablamos de que sería una pena que no se pudiese aprovechar, y desde ahí, ella enlazó rápidamente con la idea de la donación. Google nos dio la respuesta que buscábamos con el proyecto Mechones Solidarios. Irene se cortó el pelo en una de sus 1.700 peluquerías solidarias repartidas por el país, con la certeza y la satisfacción de saber que su pelo donado se emplearía en la confección de una peluca para entregar gratuitamente a niñas que pierden su pelo como consecuencia del tratamiento de quimioterapia. Fue una experiencia memorable y pensábamos que única, porque no sería fácil volver a conseguir esa longitud de pelo.

Segunda donación

Este año quiso volver a donar el pelo, pero su melena no era tan larga como la vez anterior, así que esperó 3 meses para que pudiera alcanzar el largo mínimo requerido de 20 cm. Recurrimos al proyecto Pelucas Solidarias que surge desde la única fábrica de pelucas de pelo natural que existe en España. Con su extensísima red de peluqueros solidarios es difícil no encontrarlos al lado de casa. Nos explicaron con detalle cuál sería el proceso de fabricación y el destino de la peluca oncológica infantil y, aunque era la segunda vez que donaba el pelo, su ilusión era exactamente la misma. Ahora sabemos que no será la última vez que donemos pelo en la familia.

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